
D I E C A L M E S
Estos son todos mis pensamientos, palabras, obras y acciones que he venido haciendo desde que Dios me dió la vida. Ahí van...
domingo, 23 de marzo de 2014
domingo, 15 de diciembre de 2013
ARCÁNGEL SAN MIGUEL
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La oración a San Miguel del Papa León XIII
En Octubre 13, 1884, el Papa León XIII, experimento una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y quedo sumido en una realidad que sólo el veía. Su rostro tenia expresión de horror y de impacto. Se fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporó, levantó su mano como saludando y se fue a su estudio privado.
Lo siguieron y le preguntaron: ¿Que le sucede su Santidad? ¿Se siente mal?
El respondió: "¡Oh, que imágenes tan terribles se
me han permitido ver y escuchar!", y se encerró en su oficina.
¿Qué vio León XIII? "Vi demonios y oí
sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás
desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar todo el
mundo al infierno, si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió
permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca
antes había podido hacerlo." También León XIII pudo comprender que si el
demonio no lograba cumplir su propósito en el tiempo permitido, sufriría una
derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con
sus legiones en el abismo del infierno.
Después de media hora, llamo al Secretario para la Congregación de Ritos.
Le entrego una hoja de papel y le ordenó que la enviara a todos los obispos del
mundo indicando que bajo mandato tenía que ser recitada después de cada misa,
la oración que ahí él había escrito. Esta práctica fue obligatoria hasta el
Concilio Vaticano II:
La oración a San Miguel del Papa León XIII
Gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra los principados y las potestades, contra los caudillos de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires (Ef. 6,10-12).
¡Ven en auxilio de los hombres que DIOS hizo a su imagen y semejanza, y rescató a gran precio, de la tiranía del demonio!
A tí venera la Iglesia como su guardián y patrono. A tí confió el Señor las almas redimidas para colocarlas en el sitio de la suprema felicidad. Ruega, pues, al DIOS de paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, quitándole todo poder para retener cautivos a los hombres y hacer daño a la Iglesia.
Pon nuestras oraciones bajo la mirada del Altísimo a fin de que desciendan cuanto antes sobre nosotros las misericordias del Señor, y sujeta al dragón, aquella antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda nunca más seducir a las naciones (Ap. 20).
¡Ven en auxilio de los hombres que DIOS hizo a su imagen y semejanza, y rescató a gran precio, de la tiranía del demonio!
A tí venera la Iglesia como su guardián y patrono. A tí confió el Señor las almas redimidas para colocarlas en el sitio de la suprema felicidad. Ruega, pues, al DIOS de paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, quitándole todo poder para retener cautivos a los hombres y hacer daño a la Iglesia.
Pon nuestras oraciones bajo la mirada del Altísimo a fin de que desciendan cuanto antes sobre nosotros las misericordias del Señor, y sujeta al dragón, aquella antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda nunca más seducir a las naciones (Ap. 20).
“¡Oh, nobilísimo Príncipe de la jerarquía angélica! Valeroso guerrero del Altísimo, celoso defensor de la gloria del Señor, terror de los espíritus rebeldes, amor y delicia de todos los ángeles justos, mi queridísimo Arcángel San Miguel, deseando formar parte del número de tus devotos y siervos, hoy a ti me consagro, me ofrezco y me entrego.
“Coloco mi persona, mi trabajo, mi familia y todo lo que me pertenece bajo tu poderosísima protección. Es pequeño el ofrecimiento de mi servicio, siendo yo un miserable pecador, pero acepta generosamente el ofrecimiento de mi corazón. Acuérdate de que de hoy en adelante estoy bajo tu amparo y que debes asistirme durante toda la vida. Alcánzame el perdón para mis numerosos y graves pecados; la gracia de amar a Dios con todo mi corazón, a mi muy querido Salvador Jesucristo, a mi Madre Santísima y a todos los hombres, mis hermanos, amados por el Padre y redimidos por el Hijo. Obtenme los auxilios necesarios para alcanzar la corona de la Eterna Gloria.
“Defiéndeme de los enemigos del alma, especialmente en la hora de mi muerte. ¡Oh, Príncipe gloriosísimo! Asísteme en la última lucha, arroja lejos de mí y precipita a los abismos del infierno al ángel soberbio y prevaricador que un día postraste en combate en el Cielo. En esa hora, San Miguel Arcángel, condúceme ante el trono de Dios para cantar contigo y con todos los ángeles la alabanza, honor y gloria de Aquel que reina por todos los siglos. Amén”.
sábado, 14 de diciembre de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
martes, 9 de abril de 2013
CRUZADO
miércoles, 20 de marzo de 2013

Fiesta: 29 de septiembre, junto con San Miguel y San Gabriel.
Rafael: "el que cura o sana". Es el arcángel cercano a los hombres para aliviarlos en su dolor y sufrimiento. Es uno de los tres arcángeles cuyo nombre aparece en la Biblia (Tobit 12:6, 15). Los otros son San Miguel y San Gabriel.
A San Rafael se lo representa con un atuendo de caminante o peregrino, con bastón y cantimplora, y el pez del que se obtuvo la hiel para curar al padre de Tobías.
Oración a San Rafael Arcángel.
Gloriosísimo
príncipe San Rafael antorcha dulcísima de los palacios eternos,
caudillo de los ejércitos del todopoderoso, emisario de la divinidad,
órgano de sus providencias, ejecutor de sus órdenes, secretario de sus
arcanos, recurso universal de todos los hijos de Adán, amigo de tus
devotos, compañero de los caminantes, maestro de la virtud, protector de la
castidad, socorro de los afligidos, médico de los enfermos, auxilio de los
perseguidos, azote de los demonios, tesoro riquísimo de los caudales de
Dios. Tu eres ángel santo, uno de aquellos siete nobilísimos espíritus
que rodean al trono del altísimo.
Confiados
en el grande amor que has manifestado a los hombres, te suplicamos
humildes nos defiendas de las asechanzas y tentaciones del demonio en
todos los pasos y estaciones de nuestra vida, que alejes de nosotros los
peligros del alma y cuerpo, poniendo freno a nuestras pasiones
delincuentes y a los enemigos que nos tiranizan, que derribes en todas
partes y principalmente en el mundo católico el cruel monstruo de las
herejías y la incredulidad que intenta devorarnos.
Te
pedimos, también, con todo el fervor de nuestro espíritu, hagas se dilate
y extienda más el santo evangelio, con la práctica de la moral. Que
asistas al romano pontífice y a los demás pastores y concedas unidad en
la verdad a las autoridades y magistrados cristianos.
Por último, te suplicamos nos alcances, del trono de Dios a Quién tan
inmediato asistes, el inestimable don de la gracia, para que por medio
de ella seamos un día vuestros perpetuos compañeros en la gloria. Amen
viernes, 8 de febrero de 2013
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